Un hombre llevaba su cruz a cuestas, le pesaba mucho y decía: «Esta cruz pesa mucho, no
puedo con ella. Jesús ¿no me la puedes cambiar?»
Jesús se apiadó de él y le ofreció cambiar su cruz por otra, el hombre muy contento fue al
campo de las cruces, la tiró y comenzó a probarse cruces.
Se fijó en una pequeñita, se la cargó a la espalda, pero…no se sentía a gusto con ella, era
demasiado liviana. Se probó otra grande y comprobó que era demasiado pesada para él.
Así se pasó todo el día, probándose cruces, unas le parecían demasiado ligeras y otras
demasiado pesadas. Finalmente encontró una cruz que le pareció apropiada.
Llamó a Jesús y le dijo que ya había encontrado la cruz por la que cambiar su antigua cruz.
Jesús sólo dio la vuelta a la cruz, llevaba escrito el nombre del hombre.