Un viejo maestro taichista vivía en un pueblo cuyo alcalde deseaba que compitiera contra un
joven luchador.
El maestro se negaba, pero el alcalde hizo propaganda del combate, así que, al maestro
taichista no le quedó otro remedio que pelear.
Los dos contrincantes se dieron cita en el cuadrilátero y empieza el combate. El joven peleador
lanza un fuerte puñetazo que el viejo maestro esquiva con facilidad. Así ocurre una y otra vez.
El joven, además de estar enormemente irritado, empieza a dar muestras de cansancio.
Entonces, el viejo maestro, con un rápido y ágil movimiento, le mete dos dedos por la nariz
provocándole una hemorragia. El joven sangra; lo que indica el fin del combate.
El viejo taichista ha ganado sin pelear; aprovechando la fuerza del otro.