(Este es un cuento clásico, Peter lo modificó un poco, la esencia del cuento es la
misma: Si se está lleno, nada cabe)
Érase una vez un aprendiz con muchas ganas de aprender deprisa, en poco tiempo y
de mostrar lo que sabía.
Llega ante el maestro que le habían indicado y se dedica a exponer todo lo que sabe.
El maestro tranquilamente, en silencio, le sirve una taza de té. Al cabo de un ratito el
té rebosa de la taza, pero el maestro sigue sirviendo té como si nada, derramándose
sobre la mesa.
El discípulo alarmado le dice que pare de servir té, que la taza ya está llena.
El maestro le dice: Tu cabeza es como esta taza, rebosa de ideas. Para poder introducir
lo que yo puedo ofrecer, antes debes vaciarla.