KUNG FU

Un hombre tiene un hijo adolescente del que no puede sacar partido. Un amigo suyo monje
shaolin, va al pueblo.
Los dos amigos hablan de cómo les va, el hombre le dice al monje que su hijo es un vago, que
ni estudia ni trabaja….
El monje dice: “deja que me lo lleve al monasterio”.
El chico va al monasterio, le encomiendan la tarea de sacar agua del pozo y llevarla a las celdas
de los monjes. También antes de sacar agua debe dar tres palmadas sobre el brocal del pozo y
otras tres cuando haya sacado el agua. Así los monjes sabrán que les lleva el agua pedida.
Así está unos años, el monje le dice que es hora de hacer una visita al pueblo y su padre.
El padre muy contento, organiza un banquete, invita a todo el pueblo. Y dice a todo el mundo,
mi hijo vuelve, ha estado aprendiendo Kunfu, así una y otra vez.
El día del banquete, se ha preparado una mesa muy larga, con toda la comida. El padre hace
sentar a su hijo en medio y dice: “Mi hijo ha ido al monasterio y ha aprendido kunfu”
El hijo tímidamente le dice, “Papá yo no he aprendido nada, sólo sacaba agua del pozo”.
Pero el padre no le escucha, está muy orgulloso porque su hijo ha aprendido kunfu. Y sigue
repitiendo una y otra vez, mi hijo que ha estado en el monasterio ha aprendido kunfu.
El hijo no sabe dónde meterse, al final se enfada, se levanta y con las dos manos da una
palmada en la mesa a la vez que grita: «Yo no he aprendido kunfu», pero la mesa se parte por
la mitad y todos los invitados (el pueblo entero) dice «Kunfu».