Una anciana tenía un hijo. La foto del hijo apareció en el periódico y en el pie de foto decía,
que era un delincuente peligroso.
Los habitantes del pueblo le decían a la anciana mujer que su hijo era un delincuente, y ella
contestaba que no lo era.
Pasaron los meses y el verdadero delincuente fue apresado que resultó no ser el hijo de esa
mujer.
Las personas del pueblo le preguntaron cómo es que estaba tan segura de que su hijo era
inocente, y ella respondió: “Porque lo he educado yo”.