Un hombre estaba pescando con su caña en la orilla de un río.
El hombre preparaba la caña con el hilo y en anzuelo pero no ponía ninguna lombriz, lanzaba el
hilo y esperaba. Cada día iba al río a pescar de este modo.
El pescador se hizo famoso, unos se reían de él, otros le tomaban por loco. Su fama creció
tanto que llegó a oídos del emperador.
El emperador quiso verlo con sus propios ojos, así que organizó su séquito y emprendió el viaje
para conocer al pescador que pescaba sin cebo.
Cuando llegó donde estaba el hombre, éste ni se inmutó y siguió pescando como si tal cosa.
El emperador le preguntó: “Hombre estás pescando sin cebo, ¿no temes que te tomen por
tonto o loco?”.
El hombre le contestó: “No señor, como usted puede ver, pican los más gordos”.